jueves, 4 de octubre de 2012

Baile...Más allá de la rumba


Salsa, danza árabe y vertical dance son algunas de las alternativas. Ganar seguridad, autoestima e incluso sanar enfermedades están dentro de los beneficios de bailar.


Por Giselle Bortot

El baile es mucho más que movimientos realizados con el cuerpo al ritmo de la música, o una entretención de viernes y sábados. Es un medio para hacer amigos, ganar seguridad personal, subir la autoestima e, incluso, una terapia para sanar enfermedades.
Para entenderlo basta con mirar a los 50 bailadores “desparejados” que usualmente ensayan en la academia Afrolatina Salsa Show, en la mitad del barrio Cedritos. Ellos reciben clases de salsa, bailan en un círculo y a lo largo de las canciones intercambian constantemente de pareja.
Ingrid Lozano, una bailarina profesional desde hace 10 años, es la dueña y profesora del lugar, que creó junto con su esposo y también profesor Fernando Menjura. Ambos están convencidos que una buena manera de vencer la timidez y afianzar la seguridad es a través del baile, y si es con salsa, mejor.
Sus alumnos se conocen allí, hacen vínculos de amistad y normalmente llegan empujados por la soledad.
El énfasis de Afrolatina Salsa Show, de Ingrid Lozano y Fernando Menjura, es  enseñarle a la gente a bailar, ya que para ellos el hecho de bailar les da la oportunidad de relacionarse mejor y como dicen ellos: “cuando la gente baila adquiere más seguridad”.
A 50 cuadras de Afrolatina Salsa Show, en el barrio Chicó en Bogotá, existe otro lugar para ganar seguridad y sensualidad, un lugar en donde ya no van “desparejados”, sino mujeres de todas las edades que buscan sentirse mejor con ellas mismas, Bhoga.
Hace tres años probablemente al escuchar “baile del tubo” nos remontábamos a una bailarina nocturna en un cabaret, hoy este concepto en Bogotá ha cambiado drásticamente, desde que el gimnasio Bhoga o el “gimnasio de la sensualidad”  abrió sus puertas en 2007.
Johanna Díaz, su propietaria, fue quien trajo el Vertical Dance o baile del tubo a Colombia, un deporte que ya estaba implementado en gimnasios de Estados Unidos y Argentina y que en Colombia era prácticamente desconocido.  
Bhoga, un lugar lleno de salones con tubos que salen del piso y mujeres que se deslizan en ellos, además del Vertical Dance, introdujo conceptos nuevos al gimnasio como el Chair Dance o baile con silla y el Cardio Striptease, una coreografía con pasos de striptease, pero haciendo ejercicio.
Johanna Díaz dice que “este tipo de bailes te cambian la mente, la actitud, el vertical, el chair dance son una expresión, saca esa parte de expresión corporal, de la sensualidad de la mujer, pero una sensualidad manejada desde el ejercicio”.
Bhoga enseña esas técnicas pero no se sale de los parámetros, a hacer erotismo o algo vulgar, maneja la sensualidad y la seguridad de las mujeres, ayudándolas a subir su autoestima a la vez que acondicionan físicamente su cuerpo.
Muy cerca de Bhoga, a 15 minutos caminando, en la calle 90 con carrera 13, se escuchan al pasar diferentes ritmos orientales, la música proviene de un lugar con un letrero que dice Escuela de Danza Oriental Prem Shakti. Al ingresar, los sentidos se despiertan, el olor a incienso de violeta,  los colores brillantes de sus paredes decoradas con escarcha, el sonido de los tambores que inconscientemente hacen mover las caderas y un salón rodeado de espejos enmarcan la escena.
Hace 15 años, Antonina Canal creó el sistema Prem Shakti, una combinación de danzas orientales, egipcias e hindús, que ayudan a trabajar la autoestima, a liberar bloqueos, estrés, limitaciones y a activar la sensualidad de la mujer.
Este sistema, asegura Antonina, ayuda a alinear los chacras o los centros de energía, por lo que en cada clase de baile se trabaja un chacra, desde el color hasta los movimientos de la danza que activan ese centro, además de un momento de meditación que permite relajarse y conectarse interiormente.
Antonina Canal, directora de la academia, dice que con este sistema las mujeres recuperan su seguridad, se sienten más hermosas e, incluso, hasta se recuperan de los estragos del cáncer de ovarios, de la anorexia, de la bulimia, de la depresión y de las adicciones.
En este lugar todas bailan, porque como ella lo afirma, “aquí no hay límite de edad, ni de talla, ni de profesión”. Basta con que sean mujeres.

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