Salsa, danza árabe y vertical dance son algunas de las
alternativas. Ganar seguridad, autoestima e incluso sanar enfermedades están
dentro de los beneficios de bailar.
Por Giselle Bortot
El baile es mucho más
que movimientos realizados con el cuerpo al ritmo de la música, o una
entretención de viernes y sábados. Es un medio para hacer amigos, ganar
seguridad personal, subir la autoestima e, incluso, una terapia para sanar
enfermedades.
Para entenderlo basta
con mirar a los 50 bailadores “desparejados” que usualmente ensayan en la
academia Afrolatina Salsa Show, en la mitad del barrio Cedritos. Ellos reciben
clases de salsa, bailan en un círculo y a lo largo de las canciones intercambian
constantemente de pareja.
Ingrid Lozano, una
bailarina profesional desde hace 10 años, es la dueña y profesora del lugar, que
creó junto con su esposo y también profesor Fernando Menjura. Ambos están
convencidos que una buena manera de vencer la timidez y afianzar la seguridad
es a través del baile, y si es con salsa, mejor.
Sus alumnos se conocen
allí, hacen vínculos de amistad y normalmente llegan empujados por la soledad.
El énfasis de
Afrolatina Salsa Show, de Ingrid Lozano y Fernando Menjura, es enseñarle a la gente a bailar, ya que para
ellos el hecho de bailar les da la oportunidad de relacionarse mejor y como
dicen ellos: “cuando la gente baila adquiere más seguridad”.
A 50 cuadras de
Afrolatina Salsa Show, en el barrio Chicó en Bogotá, existe otro lugar para
ganar seguridad y sensualidad, un lugar en donde ya no van “desparejados”, sino
mujeres de todas las edades que buscan sentirse mejor con ellas mismas, Bhoga.
Hace tres años
probablemente al escuchar “baile del tubo” nos remontábamos a una bailarina
nocturna en un cabaret, hoy este concepto en Bogotá ha cambiado drásticamente,
desde que el gimnasio Bhoga o el “gimnasio de la sensualidad” abrió sus puertas en 2007.
Johanna Díaz, su
propietaria, fue quien trajo el Vertical
Dance o baile del tubo a Colombia, un deporte que ya estaba implementado en
gimnasios de Estados Unidos y Argentina y que en Colombia era prácticamente
desconocido.
Bhoga, un lugar lleno
de salones con tubos que salen del piso y mujeres que se deslizan en ellos, además
del Vertical Dance, introdujo
conceptos nuevos al gimnasio como el Chair
Dance o baile con silla y el Cardio Striptease,
una coreografía con pasos de striptease, pero haciendo ejercicio.
Johanna Díaz dice que
“este tipo de bailes te cambian la mente, la actitud, el vertical, el chair dance
son una expresión, saca esa parte de expresión corporal, de la sensualidad de
la mujer, pero una sensualidad manejada desde el ejercicio”.
Bhoga enseña esas
técnicas pero no se sale de los parámetros, a hacer erotismo o algo vulgar,
maneja la sensualidad y la seguridad de las mujeres, ayudándolas a subir su
autoestima a la vez que acondicionan físicamente su cuerpo.
Muy cerca de Bhoga, a
15 minutos caminando, en la calle 90 con carrera 13, se escuchan al pasar
diferentes ritmos orientales, la música proviene de un lugar con un letrero que
dice Escuela de Danza Oriental Prem
Shakti. Al ingresar, los sentidos se despiertan, el olor a incienso de
violeta, los colores brillantes de sus
paredes decoradas con escarcha, el sonido de los tambores que inconscientemente
hacen mover las caderas y un salón rodeado de espejos enmarcan la escena.
Hace 15 años,
Antonina Canal creó el sistema Prem Shakti, una combinación de danzas
orientales, egipcias e hindús, que ayudan a trabajar la autoestima, a liberar
bloqueos, estrés, limitaciones y a activar la sensualidad de la mujer.
Este sistema, asegura
Antonina, ayuda a alinear los chacras o los centros de energía, por lo que en
cada clase de baile se trabaja un chacra, desde el color hasta los movimientos
de la danza que activan ese centro, además de un momento de meditación que
permite relajarse y conectarse interiormente.
Antonina Canal,
directora de la academia, dice que con este sistema las mujeres recuperan su
seguridad, se sienten más hermosas e, incluso, hasta se recuperan de los estragos
del cáncer de ovarios, de la anorexia, de la bulimia, de la depresión y de las adicciones.
En este lugar todas
bailan, porque como ella lo afirma, “aquí no hay límite de edad, ni de talla,
ni de profesión”. Basta con que sean mujeres.